Un giro en la política internacional que podría redefinir el conflicto
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y su homólogo ruso, Vladimir Putin, han mantenido una conversación telefónica de alto nivel en la que han acordado iniciar “de inmediato” negociaciones para poner fin a la guerra en Ucrania. Según fuentes oficiales, el mandatario estadounidense se comunicará en las próximas horas con el presidente Volodímir Zelenski para informarle de los términos del diálogo.
Trump ha asegurado que este proceso será un “éxito” y que su administración trabajará junto con Rusia para alcanzar un acuerdo que evite “más pérdidas de vidas”. El equipo negociador de Estados Unidos estará compuesto por el secretario de Estado, Marco Rubio, el director de la CIA, John Ratcliffe, el asesor de Seguridad Nacional, Michael Waltz, y el enviado especial presidencial, Steve Witkoff.
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Un diálogo estratégico con múltiples frentes
La llamada, que duró cerca de 90 minutos, abordó no solo la crisis en Ucrania, sino también otros asuntos estratégicos como la situación en Oriente Próximo, el suministro energético global y el avance de la inteligencia artificial. Según Trump, ambos líderes coincidieron en la importancia de estabilizar las relaciones entre las dos potencias y recordaron la cooperación histórica entre sus países durante la Segunda Guerra Mundial.
El Kremlin, a través de su portavoz Dmitri Peskov, confirmó la conversación y destacó que se discutió la posibilidad de un intercambio de ciudadanos detenidos entre ambas naciones, además de otros aspectos de la agenda bilateral.
Consecuencias políticas y económicas
Este anuncio llega en un momento de gran tensión internacional, en el que varios líderes europeos han expresado su preocupación por un posible cambio en la postura estadounidense respecto al apoyo a Ucrania. Por su parte, el secretario de Defensa de EE. UU., Pete Hegseth, ha sugerido que Kiev podría verse obligado a ceder parte de su territorio para alcanzar la paz, en lo que sería una de las concesiones más importantes desde el inicio del conflicto en 2022.
Con la crisis humanitaria y el impacto económico en juego, las próximas semanas serán clave para determinar si este proceso de negociación logra avances reales o si se trata de una nueva estrategia geopolítica sin efectos inmediatos en el terreno.