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Los descuentos de Mercadona por caducidad son irrisorios

Rebajas mínimas en productos próximos a caducar

La política de Mercadona en relación con los productos cercanos a su fecha de caducidad ha generado controversia. En lugar de aplicar descuentos significativos para incentivar su venta y evitar el desperdicio, la cadena de supermercados opta por reducciones de precio casi simbólicas, que apenas suponen una diferencia en el costo final para el consumidor.

Ejemplo de ello son los recientes descuentos aplicados a productos como los cuellos de pollo. Un paquete originalmente marcado en 1,63€ se rebajó a 1,61€, con una reducción de solo 2 céntimos. Otro, con precio inicial de 1,59€, pasó a 1,57€, lo que representa un descuento igualmente ínfimo. Estas cifras ponen en duda la efectividad real de la estrategia, ya que los clientes difícilmente perciben una diferencia que motive la compra.

Un modelo que no incentiva la reducción del desperdicio

En el sector minorista, es común que los supermercados reduzcan notablemente el precio de los productos próximos a caducar para agilizar su venta y minimizar pérdidas. Sin embargo, la política de Mercadona parece estar más enfocada en cumplir una formalidad que en generar un impacto real en la reducción de desperdicios.

La expectativa del consumidor ante este tipo de descuentos es obtener una rebaja considerable, similar a la que aplican otras cadenas que reducen el precio en porcentajes mayores. Sin embargo, la diferencia de apenas unos céntimos en productos con caducidad inminente plantea dudas sobre la transparencia y efectividad de la estrategia de la empresa.

¿Cambio de enfoque o mera estrategia comercial?

Mientras otras cadenas han implementado descuentos más agresivos en estos productos, la decisión de Mercadona parece responder más a una estrategia de imagen que a una verdadera intención de reducir el desperdicio alimentario. La diferencia entre una política de rebajas efectivas y un simple ajuste simbólico radica en el beneficio real que obtiene el cliente.

El consumidor busca incentivos reales para adquirir productos con caducidad cercana, y los descuentos mínimos, como los que Mercadona ha aplicado, no cumplen con esa función. En este contexto, la compañía deberá replantear su modelo de rebajas si realmente quiere posicionarse como una empresa comprometida con la reducción del desperdicio y el beneficio del cliente.

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