Ampliar la jornada laboral más allá de las 40 horas semanales puede perjudicar la salud mental y física, según un estudio reciente
En el mercado laboral hay todo tipo de trabajos y ocupaciones. Una situación que se da de manera transversal es la costumbre de alargar la jornada porque no hemos tenido tiempo de acabar lo que teníamos encargado, porque queremos redondear el sueldo con horas extras o incluso nos buscamos un segundo trabajo, porque con uno solo no es suficiente y no llegamos a fin de mes
Un estudio reciente concluye que no, no es bueno. Trabajar más horas después de completar una jornada puede tener repercusiones sobre la salud mental. Y si se trabaja sentado, aún más, porque puede afectar la salud física. Según la investigación, publicada el 3 de abril en la prestigiosa PLOS One, las personas que han indicado que trabajan más de 8 horas han presentado un índice más elevado de síntomas depresivos al llegar a los 50 años.
Los horarios cambiantes, otro problema
Aunque lo más normal es que las personas trabajen en horario diurno dentro del típico modelo de 9 a 17 h (más de la mitad de los trabajadores se mueven entre esas horas), hay un 17% de los encuestados en el estudio que reconocen que su jornada ha empeorado hacia unos horarios más complicados, como la nocturnidad o la rotación. Este 17% también reconoce que duerme menos horas y que la calidad de su sueño es mucho peor.
En consecuencia, el informe refleja que este segmento de la población también presenta síntomas de ansiedad y depresión al llegar a los 50 años. Hay trabajos agotadores, tanto física como mentalmente, que se agravan con horarios cambiantes y prolongados. Estas condiciones laborales adversas no solo afectan la productividad de los trabajadores, sino también su calidad de vida.
Repercusiones de las jornadas prolongadas
Las repercusiones de trabajar jornadas prolongadas van más allá de los síntomas depresivos y la ansiedad. Trabajar más horas puede conducir a problemas de salud física, como el sedentarismo, que está asociado a enfermedades cardiovasculares, obesidad y otras afecciones crónicas. La falta de descanso adecuado y la presión constante también pueden afectar la capacidad cognitiva y el rendimiento general de los trabajadores.
Además, el estrés asociado a las largas jornadas laborales puede tener un impacto negativo en las relaciones personales y familiares, creando un círculo vicioso que es difícil de romper. Es esencial que las empresas y los responsables de políticas laborales consideren estos hallazgos y trabajen para implementar medidas que promuevan un equilibrio saludable entre la vida laboral y personal.