La hija de la Infanta Cristina sigue la sombra de su prima más problemática debido al exceso de diversión que se permite constantemente
Los Borbones son esa familia que, una y otra vez, habla de austeridad, de pensar en el país, de la necesidad de apretarse el cinturón y superar crisis. Sin embargo, su comportamiento frecuentemente desmiente sus palabras. El rey Felipe, en diversas intervenciones, dependiendo del contexto, y Letizia en sus actividades humanitarias, hablan de cómo se debe trabajar conjuntamente para erradicar la pobreza. A esta faceta se contradice la hija de la Infanta Cristina, Irene Urdangarin, la cual va a cumplir los 18 años.
No obstante, parecen siempre anteponer a un individuo a la sociedad: a ellos mismos. El rey emérito Juan Carlos es un ejemplo flagrante de esta realidad, con una fortuna cuyo origen se cuestiona. Otra prueba de esta hipocresía borbónica la encontramos en sus hijas, las infantas Elena y Cristina, que ya no esconden su amor por el lujo. Como explica Sílvia Taulés en Vanitatis, “ahora que ya sabemos todos que las infantas Elena y Cristina heredarán una fortuna, ahora que el patrimonio del rey Juan Carlos I es público, sus hijas ya no se esconden”.
De perfil bajo a una ostentación sin límites de las infantas
De esta forma, exhiben su afición por el lujo con total libertad, acuñándose el término “lujo silencioso” para referirse a aquellos armarios llenos de piezas exquisitas y de máxima calidad, las cuales llegan a alcanzar un coste inimaginable. Aunque no haya logotipos ni marcas visibles, los conocedores saben que esos artículos valen una fortuna.
A pesar de los años “de perfil bajo, sin grandes alharacas” de las infantas, especialmente con la imagen, ahora ya no se esconden y exhiben sus objetos más preciados y exclusivos a ojos de todo el mundo. Siguen el ejemplo de su hija y sobrina Victoria Federica, conocida por sus accesorios de lujo y su guardarropa exclusivo. Un ejemplo son las últimas apariciones, por ejemplo, el fin de semana pasado en Suiza, en la graduación de Irene Urdangarin.
El lujo en los accesorios en el caso de Elena y Cristina
Elena, sin ir más lejos, paseó por Ginebra uno de los bolsos más emblemáticos de Dior, un ‘Saddle’ que emula una silla de montar, con un precio de 4.000 euros. Y días atrás lució orgullosa otro con estampado de flores. De esta forma se puede mostrar que el vicio por parte de las hijas ha sido heredado del resto de la familia real, las cuales no se cortan a la hora de gastar dinero.
Pero ha llevado incluso un bolso de mano más exclusivo estos días: un Kelly de Hermès, una pieza con una lista de espera de más de seis meses en las tiendas de todo el mundo, cosida a mano, y que nuevo puede llegar a costar más de 10.000 euros. Cristina, por su parte, optó por otro bolso difícil de encontrar, una edición especial de un Hermès Garden Party gris y blanco.