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El CGPJ se agarra al inmovilismo

El Consejo General del Poder Judicial mantiene su estructura tradicional, rechazando cualquier intento de renovación progresista y perpetuando un sistema que favorece el inmovilismo

El Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) se mantiene como un baluarte inamovible del poder conservador en España, donde la resistencia al cambio es la norma. Este órgano, que debería ser el pilar de la imparcialidad y la justicia, continúa atrincherado en las mismas prácticas que lo han caracterizado durante años, bloqueando cualquier intento de renovación. Los diez vocales conservadores han reafirmado su dominio, rechazando cualquier posibilidad de que mujeres progresistas o nuevas ideas desafíen su control.

Candidaturas progresistas sin oportunidad

Las candidaturas de las juezas del Tribunal Supremo Pilar Teso, Ana Ferrer y Ángeles Huet han sido descartadas sin miramientos. En un CGPJ dominado por una mentalidad que prioriza la tradición sobre el progreso, estas propuestas no tenían ninguna oportunidad de avanzar. Los conservadores ven cualquier intento de promover figuras progresistas como una amenaza directa a su dominio, y prefieren mantener el órgano en un estado de bloqueo antes que permitir que alguien ajeno a su ideología ocupe una posición de poder.

La propuesta de que “los jueces elijan a otros jueces” podría ser vista como un recorte a esta soberanía, reduciendo la participación popular en la elección de los jueces.

Un bloqueo prolongado y estratégico

El anterior CGPJ estuvo bloqueado durante cinco años y medio, una situación que fue cuidadosamente mantenida por el Partido Popular. Este bloqueo no fue casual, sino una estrategia deliberada para impedir cualquier avance que pudiera desafiar el control conservador. Ahora, con un nuevo mandato apenas comenzado, los mismos patrones se repiten, con los vocales conservadores aferrándose al poder y utilizando su veto para perpetuar el estado actual de las cosas. Aunque se hable de democracia y justicia, la realidad es que lo único que les interesa es mantener su control sobre el Tribunal Supremo y el CGPJ, evitando a toda costa cualquier influencia progresista que pueda amenazar su fortaleza.

El CGPJ sigue siendo un feudo donde la igualdad y el cambio son vistos como amenazas, y mientras los de siempre sigan al mando, el sistema continuará estancado en un pasado que ya no refleja la realidad de España. Este bloqueo no es más que una manifestación del miedo al cambio, una estrategia para perpetuar un poder que, aunque legítimo en su origen, ahora sirve para frenar cualquier avance hacia una justicia más equitativa y moderna.