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Chicote encuentra el infierno del Nicasso en el regreso de Pesadilla en la cocina

El regreso del programa de Alberto Chicote estuvo lleno de tensiones, dramas personales y un dueño al borde del colapso en un restaurante plagado de problemas.

El programa Pesadilla en la cocina”, conducido por el reconocido chef Alberto Chicote, regresó con fuerza en su última emisión. La visita al restaurante Nicasso ofreció un cóctel explosivo de conflictos, dramas personales, y situaciones surrealistas. Desde broncas entre el personal hasta la presencia de cucarachas, el episodio no dejó indiferente a nadie.

Alberto Chicote, acostumbrado a enfrentar situaciones difíciles en su programa, se encontró con uno de los desafíos más complejos de su carrera televisiva. Nada funcionaba como debía en el Nicasso, y el chef no dudó en expresar su frustración: “Este es, seguro, el peor servicio de reapertura en once años”, afirmó con contundencia. A pesar de sus esfuerzos por enderezar el rumbo del restaurante, Chicote dejó claro al personal que su paciencia tenía un límite: “Haced lo que queráis, que yo mañana me voy y con la conciencia bien tranquila”.

Manel, el propietario del restaurante, llegó a perder los estribos en varias ocasiones, incluso sugiriendo a sus clientes que se fueran a otro local cercano: “Aquí al lado hay un bar chino, si queréis os mando ahí. A tomar por culo”, exclamó en un momento de desesperación.

Un propietario al límite y un restaurante al borde del colapso

Manel, el dueño del Nicasso, no pudo contener su estrés y desesperación durante el programa. La presión de intentar sacar adelante el negocio lo llevó a estallar en varias ocasiones, especialmente durante el cambio de roles que le tocó desempeñar como camarero. La situación se volvió tan tensa que llegó a despedir a una empleada en pleno programa, mientras los gritos y las persecuciones se sucedían constantemente. “No puedo más”, repetía Manel, mostrando el nivel de saturación al que había llegado.

La relación de Manel con los clientes también dejó mucho que desear. En un momento del programa, una mesa se quejó de haber encontrado una cucaracha en su comida, y Manel admitió que no era la primera vez que ocurría algo así. Su paciencia con los clientes también fue mínima: “Ya te he oído a la primera. ¿No ves que estoy trabajando? No sería camarero ni aunque me pagaran mucho”, respondió a un cliente que le pedía explicaciones.

El drama personal detrás del caos

Pero el episodio no fue solo gritos y tensiones. Manel también se sinceró con Alberto Chicote sobre los problemas personales que lo habían llevado a esta situación. El propietario del Nicasso confesó haber luchado durante años con el alcoholismo, una enfermedad que le había causado serios conflictos familiares y económicos.

“Doy gracias a Dios que me levanto cada día y no bebo. Pase lo que pase, para mí lo importante es no beber. Es una enfermedad muy grave, mortal”, relató Manel, quien también explicó que asiste a terapia para mantenerse sobrio.

El programa también mostró un momento conmovedor cuando Jonathan, el hijo de Manel, apareció en el restaurante. A pesar de los conflictos pasados, especialmente la ausencia de Manel en cinco años de la vida de su hijo, ambos se fundieron en un emotivo abrazo, mostrando que, a pesar de todo, el amor y el deseo de reconciliación estaban presentes.

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