La protesta termina con enfrentamientos, incendios y seis detenidos en una nueva noche de tensión en la localidad catalana
Una manifestación en Salt, Girona, derivó en disturbios y enfrentamientos con la policía tras el desalojo de un imán y sus familiares. Los Mossos d’Esquadra intervinieron para contener los altercados y detuvieron a seis personas, en una noche marcada por la violencia y el caos en varias calles del municipio.
El grupo de manifestantes, integrado por unas 100 personas encapuchadas, se movilizó por el centro de la localidad, bloqueando vías y lanzando objetos contra los agentes. Los disturbios incluyeron la quema de contenedores y el lanzamiento de piedras y latas, lo que obligó a la policía autonómica a desplegar unidades antidisturbios para disolver la protesta.

Segunda jornada consecutiva de tensión en la zona
Los incidentes de la noche del martes no fueron un hecho aislado. El día anterior, una protesta frente a la comisaría de Los Mossos d’Esquadra y la Policía Local ya había elevado la tensión, con manifestantes lanzando huevos y piedras contra el edificio policial.
Aunque en aquella ocasión no se produjeron detenciones, la situación generó alarma entre los vecinos. Un hombre tuvo que ser atendido por una crisis de ansiedad, mientras las autoridades evaluaban el riesgo de nuevos altercados. La tensión en el ambiente era palpable, y muchos residentes expresaron su preocupación por la seguridad en las calles, especialmente ante la posibilidad de que los disturbios se repitieran.
Refuerzo policial y posible escalada del conflicto
Ante la gravedad de los hechos, los Mossos han reforzado la seguridad en la zona con agentes especializados en control de disturbios. Los seis detenidos pasarán a disposición judicial este miércoles, mientras se investigan los daños y se estudian posibles cargos por desórdenes públicos y vandalismo.
El clima en Salt, Girona sigue siendo tenso, y no se descarta que las protestas continúen en los próximos días. Las autoridades locales han hecho un llamado a la calma, aunque el malestar entre algunos sectores de la población sigue latente tras el polémico desalojo.