Esta bien que la autoestima de una persona sea grande, pero en este caso roza con el egocentrismo y narcisismo. La latina llegó al restaurante casi que levitando y dejando en claro que es una deidad.
Desde el minuto cero, Samantha deja en claro que es una mujer una en un millón y de la misma manera espera encontrar un hombre así en First Dates. “Está feo que lo diga, pero me considero un partidazo. Soy una chica súper interesante, he vivido fuera, tengo mundo, y soy muy simpática” dijo con toda seguridad la costarricense.
Samantha siguió hablando de su persona, explicando también que la traía a nuestro país. “Me adapto al ambiente donde estoy, eso me hace ser extrovertida, pero al mismo tiempo casera y tranquila. Llevo ya 3 años en España y vine por estudios”. En cuanto a su cita, Alberto, resultó ser un poco más sensato. “Soy una persona muy agradable, siempre me estoy riendo, nunca estoy decaído o de mal humor”.
A pesar de sus altas exigencias, Samantha le agrado su cita en First Dates
Físicamente, el onubense le gustó a la latina, pero aún más su acento. “El acento andaluz me ha matado”. La opinión no fue compartida, ya que Alberto exclamó. “Samantha realmente no es mi tipo, pero no pierdo nada por conocerla”. Su primer tema de conversación fue por supuesto el amor y la chica empezó diciendo. “Quiero entrar en el salseo porque te imagino ligón y juguetón”.
En medio de las risas, el onubense afincado en Madrid comentó. “La noche en la capital es peligrosa, pero por ahora me ha ido bien. Eso sí, ahora estoy en un momento en el que quiero conocer alguien especial”. Desde este punto, la costarricense se hizo ilusiones, pues creyó haber encontrado al que de pronto fuese el amor de su vida.
Samantha y Alberto obedecieron al pie de la letra los juegos privados de First Dates
Estaba claro que el andaluz fue todo lo que pidió la costarricense, y aunque el sentimiento no era recíproco del todo, el hombre se lo estaba pasando genial. La química empezaba a aflorar de a poco y creció aún más en el privado del restaurante. Como ya sabemos, allí se acostumbra a tomar el postre y jugar al Rasca del amor.
En uno de los retos, ambos comensales se tenían que besar, y sin pensarlo dos veces, Samantha y Alberto se unieron como imanes. Esto daba indicios que la velada terminaría de la mejor manera, y así fue. La chica dio el sí en la decisión final pues “me pareció que conectamos y estuvimos muy cómodos”. El onubense igual. “Es una chica muy risueña y cercana”.