Como anillo al dedo, así fue la cita entre estos dos fogosos comensales que al parecer vinieron buscando lo mismo y nada más al confesar lo que más les importaba, se fueron corriendo en busca de privacidad
Aunque no lo demostraron físicamente, Mamen y José aceptaron que estaban dispuestos a satisfacer todos sus impulsos carnales al término de First Dates. No es común que dos solteros se pongan de acuerdo en la primera cita para ir al grano y cuando decimos al grano nos referimos a la parte sexual.
La primera en llegar a First Dates fue Mamen, una mujer joven que aceptó que su vida sexual era tan nula que pareciese que tuviese telarañas allí abajo. “Las tengo ya incrustadas que no me dejan ni respirar, necesito un hombre que me vuelva loca” dijo con deseo la juguetona comensal.
Para fortuna de Mamen, su cita también llegó con la misma tónica a First Dates
Con la primicia clara y la declaración de intenciones puesta sobre la mesa, Mamen esperaba ansiosa a su cita la cual resultó ser José. Al parecer el sevillano ha gustado a la fogosa comensal y viceversa. Ahora solo faltaba saber si ambos venían a lo mismo y al parecer así ha sido ya que el comensal ha confesado que es muy fogoso en la cama.
“Tengo un 47 de pie” dijo con algo de picardía el andaluz. Luego ante cámaras y sin él presente, la madrileña ha dicho. “Madre mía, como sea todo igual…que alegría”. La complicidad entre ambos solo demostraba que su feeling y química iba creciendo a medida que trascurría la cita e iban charlando más cositas acerca del tema sexual.
Sin perder más tiempo en First Dates, Mamen y José huyen del restaurante
Todo lo que hablaban acerca del ámbito sexual, se convertían en una razón más para querer salir de la mano del otro en busca de un hotel. Todo apuntaba a que por fin las telarañas de Mamen se iban a desaparecer y José sería el encargado de quitarlas una a una. El cómo no sabemos, pero si el porqué.
Como sentencia final, la madrileña se aventuró a decir a su cita cuando este le dijo que deberían hacer algo a la salida de First Dates. “¿Enserio? Pues aprovéchame, que hoy tengo las braguitas limpias y tengo que aprovechar”. Sin mediar más palabra y sin siquiera decir si querían una segunda cita, ambos salieron despavoridos del restaurante en busca de privacidad.