El encanto y la elegancia del presentador vuelve a hacer de las suyas en el dating show, y por poco le arruina la cita a Pepe, sin embargo, la veterana comensal aceptó cenar con el hombre que le tocó
No es la primera vez que Carlos Sobera deja a las comensales con la boca abierta luego de recibirlas en las puertas de First Dates, el día de hoy le tocó a Isabel. La oriunda de Gerona, ama de casa y apasionada amante (según ella) decidió visitar el dating show con un propósito que no era el de conocer un hombre, o bueno si, al presentador vasco.
“Hola, cariño, que estoy harta de verte por la tele” dijo Isabel apenas entró al restaurante de Cuatro. El abrazo que le dio el presentador de First Dates a la soltera fue lo mejor que le pasó en la semana según ella. “Sobera es muy guapo, por Dios. ¡Yo con él me iba con los ojos cerrados!”. Luego añadió. “Yo estoy enamorada de este hombre desde hace muchos años. Desde que lo vi la primera vez, me enamoré”.
Isabel quería cenar con el presentador de First Dates pero ese momento llegó Pepe
Matías Roure también contribuyó con el objetivo de Isabel, ya que le dijo al vasco, “Siéntate a cenar con ella, por favor”. Al escuchar eso, a la gerundense le brillaron los ojos pero al presentador le tocó frenar en seco la situación. “Te he conseguido una cita maravillosa, si no, me sentaba contigo seguro, pero te he traído un señor que te va a gustar”.
Ese señor era Pepe, un jubilado de 69 años que venía de un pueblo llamado Salou en Tarragona. ¿Qué pedía este hombre en una mujer? “Que fuese divertida, a la que le guste el deporte y el cachondeo”. La primera vista hacia ella fue positiva ya que ante las cámaras aceptó que ella era “una mujer con estilo y con clase”.
Buena química, buen ambiente y buen rollo en First Dates
No había motivos hoy para decir ¡No! La cita entre Isabel y Pepe se desarrolló muy bien y eso se pudo ver en la química que fluía en ellos con cada tema que tocaban. Ella le comentó donde vivía. “No es que tenga miles de millones, pero vivo bien. Mis joyas son buenas y tengo una casa al frente de la playa.
Los coqueteos iban y venían, pero eran más de parte de Pepe. “Eres una mujer con categoría, rubia platino”. Pero ella le añadió “Rubia platino y peligrosa”. En la decisión final ambos dijeron si y hasta Isabel le invitó a una mariscada en su pueblo natal. El catalán aceptó con mucho agrado y además exclamó “¡Qué detalle! Esta es mi niña”.
