La velada fluyó de manera positiva, pero un solo detalle arruinó todo
En el restaurante de First Dates hemos sido testigos de como citas que han empezado de la mejor manera, terminan mal de formas inexplicables, este es el caso de Estela y Nano. El primero en llegar fue el comensal, el cual confesó que venía al dating show en busca de una mujer, pues hacía tiempo solo tenía relaciones con hombres. Cabe destacar que el hombre es bisexual.
Mientras tanto la chica decidió visitar el programa de Cuatro, con el fin de romper su aburrida rutina según ella. “Yo creo que ahora estoy más perdida en la vida que nunca. Pero es que ni de adolescente estaba tan perdida como ahora”. Además relató que el oficio de ser madre, la tiene en un punto de la vida donde su energía se acaba muy rápido.
La cita en First Dates empezó de manera agradable y Estela reveló su gusto físico hacía Nano
Uno de los primeros pasos en First Dates, puede ser el más difícil pero el más determinante. En este caso las primeras impresiones juegan un papel importante para el resto de la velada. Al ver a Nano por primera vez, se notó una mirada picarona en Estela, y eso lo pudo apreciar el badalonés. “La primera impresión ha sido espectacular, porque al verme ha sonreído y me he fijado en su sonrisa. Luego me he fijado en las manos y sus manos me han gustado muchísimo. Y luego, en su cabello, un cabello espectacular”.
En la mesa, ambos conectaron muy bien y comprobaron que sus primeras impresiones habían sido positivas mutuamente. “Me han gustado sus cejas. Lo que más me ha gustado de él han sido sus cejas” develó la chica. En lo intelectual también se han conectado muy bien, pues ambos disfrutan de los mismos hobbies y de los tatuajes.
El detalle que arruinó la cita entre Estela y Nano en First Dates
Cuando vieron que uno de sus gustos en común era los tatuajes y los piercings, el enfermero preguntó cuantos tenía ella en su cuerpo. “Tengo muchos, pero justo este vestido me tapa todo el brazo, La primera vez que me tatué fue porque me dijeron, como te tatúes, te echamos de casa, y me tatué desde la cadera hasta la nuca”.
Cuando la pareja de comensales ya estaban en plena confianza, al badalonés se le ocurrió ser lo más natural posible y confesar algo que terminaría arruinando la velada. Nano le comentó que tenía un piercing justo ahí, es dicha parte que no se puede ver. La dependienta no se lo tomó nada bien. “Cuando me ha dicho que tenía piercings no visibles, solo podía… ¿Tú sabes lo que yo tenía en la cabeza? Su prepucio todo el rato”. Al final la chica ha declinado la oferta de seguir conociendo al catalán.