El pobre comensal llegaba al restaurante de Cuatro con la mentalidad de encontrar el amor pero se encontró un torbellino que le hizo dudar con exigencias fuera de lo común
Álvaro no podía imaginar lo que iba a suceder cuando entraba sonriente en el restaurante de First dates. Un chico guapo, agradable y simpático que, como la mayoría, acudía al programa de Cuatro para encontrar a esa persona con la que compartir momentos únicos. Pero su cita llegaba con otros objetivos.
Porque de entrada, la frase de Antía dejó a cuadros a los espectadores de First Dates. “Vengo en busca de algo fuera de lo común, que sea un poco cani, que no tenga planes de futuro, que ni trabaje, ni estudie”, admitía. Lo de que le gusten malotes se puede entender. Pero lo de que no tengan claro nada en la vida… eso ya es de juzgado de guardia.
Los espectadores la toman con Antía
Con esa carta de presentación, irrumpió en el restaurante de First Dates un chico que al menos sí que entró por ojos de Antía. “La verdad que es muy guapo”, afirmó. Pero a continuación llegó la primera queja: “no me gusta su forma de vestir, preferiría algo menos llamativo, más cani y dejado”, apuntaló.
El muchacho en cuestión era Álvaro, un joven apuesto, atractivo y simpático que no entendió muy bien lo que pretendía su cita. Sin embargo, a medida que avanzaba la velada, los espectadores de First Dates sí que comenzaron a entender el rollo de Antía. Las redes sociales se llenaron de comentarios de crítica hacia la joven.
Álvaro no sabe qué hacer en First dates
“Esta no quiere encontrar pareja, simplemente va a pasar el rato”, se quejaba una espectadora a través de twitter. Y no le faltaba razón. Porque Antía reconoció que lo que buscaba en realidad en First Dates era una relación abierta. Una situación que puso muy nervioso al pobre Álvaro, que buscaba algo más tradicional.
Tanto es así que en un momento de la cena, el joven se levantó para ir al baño. Desde allí telefoneó nada menos que a su abuela, para explicarle cómo iba su cita. “Quiere una relación abierta, abuela”, explicó Álvaro. “Estas cosas modernas…” se quejó la abuela. El caso es que ni uno ni otro quiso tener una segunda cita.