Cada vez son más frecuentes ver a los conductores de la popular empresa saltándose todas las normas
Los repartidores de Amazon hacen méritos a diario para ser considerados por los demás como un peligro público. En en las diferentes ciudades españolas, las furgonetas de la multinacional americana campan a sus anchas por carretera, saltándose normas de tráfico, aparcando en las aceras… se saben superiores al resto. No respetan a nada ni a nadie.
Esa superioridad la demuestran incluso tirando de insulto por la ventanilla al que osa protestar o recriminar por alguna ilegalidad cometida. Y es que el objetivo es repartir el máximo de pedidos al día, debido al sistema de remuneración del que hacen gala estas empresas.
Repartidores de Amazon campan a sus anchas
Como eslogan queda muy bien lo de ser tu propio jefe, con el que tratan de reclutar trabajadores. Pero a la larga, el único que se hace rico es uno, el máximo jefe. Los repartidores de Amazon cobran en función de las entregas, por productividad y por horario de trabajo.
La presión a la que están sometidos debería ser motivo de investigación. Porque no es normal cómo van estos trabajadores. No hay que olvidar que son personas, que tienen familia y sobre todo derechos. Pero cobran una base irrisoria, y después si quieren ganar un sueldo digno, tienen que hacer un número mínimo de pedidos.
Todo el esfuerzo para enriquecer a uno solo
Trabajan de sol a sol, de lunes a domingo, incluso por las noches. Van a mil por hora y se ganan el odio del resto, pero su objetivo es básicamente llevar pan a su casa. Por eso no es de extrañar que aparquen en las aceras, que bloqueen garajes, o que vayan más rápido de lo normal.
Todo el dinero al final es para Jeff Bezos. Al que, por supuesto, desde su mansión de California, no teme ni a las multas ni a las posibles represalias a sus conductores. Solo le interesa que el pedido llegue a destino y seguir ingresando millones de dólares. Son los jefes de las calles.