Distinto tratamiento a los usuarios en función de las necesidades a tratar en cada consulta
Con la llegada de la tecnología, es evidente que se ha ganado muchísimo en todos los sentidos. Sin embargo, hay detalles que han ido a peor, sobre todo ante la poca paciencia de los responsables de atención al cliente. Un caso muy frecuente son los bancos, que tienen unos sistemas de habla con los clientes que dejan mucho que desear. Un ejemplo es La Caixa.
Un banco quiere que tengamos cada vez más dinero… pero en su poder. No les interesa que lo saquemos. De ahí que se inventen todo tipo de fondos para que el dinero crezca, muy poco, con la excusa de que no lo retiremos en un tiempo y dispongan de liquidez.
La crisis aprieta a los bancos
Las necesidades de los bancos, sobre todo en la última década con tanta crisis económica, han ido cambiando a peor. Lo que debería ser un servicio permanente de ayuda a los clientes, que confían en ellos para depositar sus ahorros, se ha convertido en un tormento.
De hecho hay una marcada doble moral muy clara en la forma de comunicarse con los clientes dependiendo del motivo. Y para ello, un cliente de La Caixa ha sido muy gráfica en las redes sociales, argumentando el doble discurso que ha sufrido.
Doble discurso humillante
Y es que no es lo mismo llamar con alguna queja o duda sobre el servicio, que recibir una llamada del propio banco tratando de vender o colocar algún producto o servicio. Una diferencia en el trato que deja claro que todo se mueve por interés.
Es bastante humillante que no se de una respuesta a preguntas cómo por qué se retrasa el pago de una nómina. Sale una operadora automática que no sabe qué decir y se limita a decir que no existe una respuesta a esa pregunta. Y con todo el morro pregunta si desea el cliente otra consulta. Lo dicho, una humillación.