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Garbiñe Muguruza afronta final del Open de Australia con mentalidad de mármol

La gestión del sufrimiento es lo que le dará el éxito en la final

La tenista hispano-venezolana, Garbiñe Muguruza, está siendo la jugadora revelación del torneo, y ha conseguido alcanzar la final del Open femenino de Australia tras derrotar a la rumana Simona Halep en semifinales por 7-6 y 7-5. El evento se celebrará el 1 de febrero a las 9:30, y la rival de Muguruza será la estadounidense Sofia Kenin, que derrotó con el mismo marcador a la australiana Ashleigh Barty.

Los aficionados no terminan de ponerse de acuerdo sobre quién es la favorita para llevarse el trofeo, pues Muguruza y Kenin solo se han medido las fuerzas una vez: en el torneo de Pekín 2019 y, en aquella ocasión, la estadounidense se llevó el duelo por resultado de 6-0, 2-6 y 6-2. Pero las cosas no serán iguales esta vez, ya que Garbiñe está convencida de que es una persona más madura, consciente y, según sus propias palabras, “renovada” respecto a aquel día.

Y es que para Garbiñe Muguruza, 2019 fue un año complicado por motivos personales, y es por eso que el pasado mes de noviembre decidió emprender un viaje rumbo a Tanzania con su mejor amiga para despejar la mente, meditar y encontrase a sí misma. Y, por lo que dice, lo consiguió. Las jóvenes acordaron subir juntas el monte Kilimanjaro, de más de 5.800 metros de altura, y esa experiencia le cambió la vida.

El camino (u odisea) hasta la cima del monte más alto de África estuvo repleto de imprevistos, problemas, trampas y contratiempos, e incluso hubo varios puntos durante la escalada en los que Garbiñe rompió a llorar y se planteó seriamente abandonar la subida pero, al final, haciendo gala del espíritu competitivo y ganador al que nos tiene ya tan acostumbrados, tocó cima.

Y fue allí, a casi 6.000 metros de altura, soportando un cansancio casi sobrehumano, sudores fríos, vértigos y con el cuerpo a punto de decir “basta”, que Muguruza encontró respuesta a un buen puñado de preguntas que rondaban su cabeza. Eran ella y su circunstancia, ella y la montaña, alejadas ambas de cualquier tipo de foto, paparazzi, premio, torneo, rival, reconocimiento, entrenador o fan. Solo ella y la montaña; ella y África.

“Fue muy duro, algo diferente. Quería probarme”, confiesa. “Fue una experiencia que me cambió la vida. Ha tenido un gran impacto en mí, y no solo como tenista, sino en general. Superar ese desafío generó muchas cosas dentro de mí”, relata. Lo que queda claro al escucharle es que Garbiñe Muguruza afronta la final del Open femenino de Tenis con una perspectiva totalmente diferente.

Por Alex Irusta