‘The Special One’ ha caído con todo para confeccionar un equipo realmente poderoso
En el Sevilla no parecía sencillo tener que abarcar este mercado sin el temor de perder algunas fichas claves. Y es que aunque todas las cámaras apunten a Jules Koundé, todo hace indicar que es Diego Carlos el elegido para esta situación. De hecho, el central brasileño ha caído ante la oferta de la Roma, que comandada por Mourinho parece un rival de peligro.
Los de la capital italiana tienen claro que es el modelo que pretenden seguir. Buscar un central de categoría como ha demostrado ser este hombre les permite acomodarse a la nueva exigencia que tiene como fin imponerse en la Serie A para llegar a zonas de clasificación europea. Pues bien, es el momento de ir de lleno, y de suponer un nuevo reto en la vida profesional del sudamericano.
La oferta está lista, todo lo define el Sevilla ante la presión de la Roma con Mourinho
Ahora bien, para dar contexto a la situación hay que decir que la oferta como tal ya ha sido instaurada. El jugador ha dicho que se va a poner a tiro con el tema una vez regrese de la participación en los Juegos Olímpicos. Por el orden de los 50 millones de euros va la cosa, eso sí, con algunas aristas que merece la pena considerar.
Hace un año costaba 75, y aunque no lo quisieron liberar ahora estarían perdiendo 25 de ellos. No obstante, no todo el dinero va a llegar en masa, es decir, en efectivo. Los romanos tienen montada una estrategia para quedarse con Diego Carlos a razón de un pago por 30 millones más el posicionamiento de uno o dos jugadores como forma de pago.
El jugador quiere salir por voluntad
Todo este tema ya se ha profundizado y se ha llegado a instancias totales. De hecho, ha sido el propio protagonista el que ha afirmado querer salir del club en este instante. Lo hace porque siente que ha cumplido su ciclo, y porque entre otras cosas, entiende que el club necesita ajustar una venta como es apara subsistir.
De manera que no sería extraño y Mourinho se alza con un baluarte de mucho peso. Es esta una calificación que se le da al trabajo arduo de presión del entrenador, sobre unos jefes que están dispuestos a tirar la casa por la ventana con tal de armarle el equipo que ha pedido.