La camiseta de un equipo de fútbol es el pabellón de un barco. La enseña, lo visible. Sus colores, su diseño, no son cosas baladíes: son los pendones de la tribu, han de ser reconocibles al primer vistazo y sobre todo han de servir para que los tuyos se sientan representados. Identificados. El blasón es el escudo y la camiseta es lo que tremola al viento, la bandera en lo alto de la torre. La historia de la camiseta del Real Madrid es la del primer fútbol, la gestación, la etapa embrionaria del fenómeno de masas posterior.
El color blanco ha configurado la manera en que el Madrid es percibido en España y en el mundo. ‘Los blancos’ es expresión hecha para referirse al equipo y al club, así como el más moderno ‘merengue’, que naturalmente deriva de lo mismo. El blanco ha conformado la expansión estética, ha definido culturalmente al Real y ha identificado incluso unos valores o categorías morales asociables al devenir histórico del equipo: el blanco nuclear como sinónimo de pureza, el blanco radiante que puede mancharse de tierra, de barro, de sangre, pero nunca de vergüenza, etc.
En el Acta Fundacional del Madrid Football-Club, de abril de 1902, se decía lo siguiente al respecto del uniforme del club nonato: “Pantalón y blusa blancos, medias negras con vueltas y cinturón con los colores nacionales, completándose con un casquete azul oscuro. La blusa está cruzada por una ancha banda morada, representativa del austero color de Castilla, en la que figura el escudo de Madrid bordado en colores.”
El origen del blanco
Tal y como describía el Acta Fundacional, aparece vestido el primer futbolista del Madrid, en la imagen icónica que abre el siglo XX, el siglo del Real, al que todavía restaban algunos años para ser coronado. Es la portada del semanario ilustrado español Nuevo Mundo, referencia editorial en el paso del viejo siglo al nuevo. Este bigotudo elegante que aparece golpeando una pelota de cuero ceñía una blusa blanca y calzaba recias botas negras. Es más que probable que la inspiración estética y textil que orientó a los fundadores del club fuese otra entidad pionera célebre en aquel tiempo: el Corinthian de Londres.
Muchos de los hombres que fundaron el Madrid tenían ya experiencia en la organización de sociedades deportivas madrileñas. Procedían de familias burguesas, acomodadas, y habían podido estudiar durante algunos años en Inglaterra, completando su formación. Eran casi todos estudiantes del Liceo Francés y del Instituto Libre de Enseñanza. De Inglaterra se trajeron la afición a muchos de los deportes al aire libre que luego fecundaron España, y también referencias de los clubes entonces en boga en Gran Bretaña. Desde 1882, había un club de football en Londres que causaba furor por su particular personalidad: el Corinthian Football Club. Era una sociedad de estricta naturaleza amateur: en sus estatutos rezaba que “se mantendría como un equipo amateur, sin competir por ningún trofeo o recompensa”. Jugaban al margen de la FA, corsarios del balón. Pronto adquirirían fama internacional por sus goleadas a los principales equipos profesionales del momento en Inglaterra, y por sus giras internacionales. Serían los primeros Globetrotters de la Historia.
En 1898 nace en Madrid el primer equipo de fútbol de la ciudad: la Sociedad de Foot-Ball. Sus colores eran el rojo de la camisa y el azul oscuro de los calzones y las medias. En 1899, sir Arthur Johnson, Julián Palacios y otros díscolos se escinden y crean la Nueva Sociedad. Optaron por el blanco níveo, inspirados por la fama del Corinthian. La divergencia cromática fue insalvable: impidió la reconciliación entre ambos equipos, dio lugar a la creación del mítico Sky, heredero del azul y del rojo, y el embrión del futuro Madrid Football Club seguiría siendo blanco hasta su fundación oficial, en 1902. En aquel tiempo, el Corinthian conformaba todo el plantel de la selección inglesa de fútbol. Este era un fenómeno extraordinario: un club no federado aportaba todos los jugadores con que el equipo de la Federación inglesa competía en los compromisos internacionales. No se sabe con demasiada exactitud, pero es probable que, también por aquellos años, el Corinthian disputara varios partidos en España, en una gira mundial que contribuyó no poco a la difusión de aquel extraño juego que hacía correr a los hombres por los descampados, en ropa interior, para amohinamiento de las buenas gentes.
Tanta fue la influencia de este equipo que, si uno compara el primer escudo propiamente madridista, el del acrónimo en grandes letras azules, con el del Corinthian, puede encontrar fácilmente las semejazas estilísticas.
Este equipo inglés vestía, además de con blusa blanca, con calzas y medias negras. Las medias del uniforme del Madrid, como prescribían sus estatutos fundacionales, también eran vueltas. A pesar de que en los primeros tiempos del club, llegaron a usarse camisetas rayadas (al modo de la camiseta actual del Rayo Vallecano, o de River Plate) ocasionalmente, la blanca sin mancha se impuso por costumbre, a medida que el Madrid fue incorporándose a los primeros torneos serios que empezaban a organizarse en España. El pantalón siguió siendo blanco hasta la temporada 1924-1925. Ese año, el Madrid quiso emular aún más al Corinthian, espejo de virtudes románticas. Hay que tener en cuenta que, además de la fama que el equipo inglés tenía (tras acumular sonoras victorias frente a campeones de Liga y Copa del fútbol profesional inglés, y meterle 11 goles al Manchester United en la que es todavía la peor derrota del gigante mancunian en toda su Historia) en aquellos años se dirimía en España una cuestión fundamental: la de la profesionalización del balompié. A favor y en contra se esgrimían muchos y enconados argumentos. La perversión del juego, la consideración de los jugadores como trabajadores asalariados (casi todos eran universitarios o profesionales liberales que jugaban por “sport”, perdiendo dinero o ganando muy poco, casi siempre complementos a sus ingresos laborales) y otras razones por el estilo formaban parte del debate ordinario. Por influjo de algunos de sus miembros, el Madrid adoptó ese año el uniforme reglamentario del Corinthian: camiseta blanca, pantalones y medias negras. A pesar de que aquel año el Madrid ganó el torneo amistoso llamado Copa de la Asociación de la Prensa, perdió con estrépito en la Copa del Rey frente al Barcelona: 1-5 en Madrid y 3-0 en Barcelona, con lo que el uniforme blanquinegro pasó a mejor vida dada la superchería de la época.
Las medias negras pervivieron en el uniforme madridista hasta 1955. La 55-56, que terminaría con la conquista en París de la primera Copa de Europa, rompió con la tradición del negro. Desde entonces, todo blanco, hasta hoy, con las únicas variaciones del cuello o el talle; modificaciones anecdóticas, fruto de la moda del momento y de las conveniencias estilísticas de cada temporada, del diseño de las marcas que han vestido al Real, y de todas esas circunstancias menores que acaban olvidadas al cabo de un tiempo.
El Leeds United y el Club Real Potosí
Como el fútbol es un Leviatán que ha conquistado el mundo y las cosas son un poco cíclicas, el bumerán de la Historia volvió de Madrid a Inglaterra. En 1960, el Madrid alzó su quinta Copa de Europa consecutiva. Lo hizo tras derrotar al Eintracht de Frankfurt en el partido de todos los tiempos: el 7-3 de Hampden Park, el Lepanto del fútbol. En la grada estaba un tipo. Se llamaba Don Revie, era el capitán del Leeds y tenía 33 años. Estaba a punto de hacerse cargo también de la dirección deportiva del equipo, recién descendido a Segunda División y en grave crisis económica. Revie tenía un plan: hacer del Leeds un equipo ganador. Y para ser un equipo ganador, pensó, había que parecer un equipo ganador. ¿Quién era el modelo de triunfo y nobleza deportiva en el momento? Lo había dicho el presidente de la UEFA, Ebbe Schwartz, al entregarle a Zárraga la I Copa Intercontinental de la Historia.
“Todos los equipos del mundo, absolutamente todos, tienen mucho que aprender de este gran equipo que es el Real Madrid. Su clase, su juego, es fantástico. Lo mismo que el señorio y la caballerosidad de su junta directiva”.
Revie, pues, pensó que tenía razón. Corrió el riesgo, emuló al “all-conquering Real Madrid team” y le salió bien, pues su decisión activó emocionalmente no sólo a un equipo en barrena sino a una afición apática.
“Llevamos una vida vistiendo de azul y amarillo. ¿Qué hemos ganado desde entonces? Nada. A partir de ahora, este equipo deja de ser un perdedor, porque lo entreno yo. Y yo no soy un perdedor. ¿Saben qué equipo ha ganado más títulos en el mundo? – preguntó Revie – Pues el Real Madrid. ¿Saben de qué color viste el Real Madrid? De blanco. Bueno, desde este mismo momento, este equipo jugará de blanco. Será una señal inequívoca de que este Leeds es, desde este momento, un ganador”.
Su Leeds subió a Primera dos años más tarde, ganó dos ligas, una FA Cup, una Charity Shield, dos Copas de Ferias (la actual Europa League) y alcanzó una final de la Recopa de Europa, perdida contra el Milan. Revie dejó el equipo en 1974 en manos de su archienemigo, Brian Clough, protagonizando la famosa escena llevada al cine décadas después en The Damned United. El blanco madridista fue un talismán para el Leeds, como lo había sido para el Madrid el blanco del Corinthian.
Además del Leeds, hay otro equipo en el mundo cuyas enseñas están inspiradas del todo por el Real Madrid: es el Club Real Potosí, equipo de la liga boliviana. No es que este club se inspirase en el Madrid para elegir blasón; es que su escudo y su uniforme es una réplica más o menos exacta de los madridistas. El origen de este club está ligado a la historia personal de Samuel Blanco, un soriano que emigró a Bolivia con 17 años y que en 1988 fundó la Escuela de Fútbol Real Potosí, junto a varios españoles más. La Escuela derivó en equipo de fútbol, y el equipo, en imitación del club del que Samuel Blanco es hincha devoto: el Madrid, naturalmente. Han invertido los colores: en casa juegan de morado y fuera juegan de blanco, y ya han conseguido posicionar la famosa ciudad minera en el panorama balompédico sudamericano con varias participaciones en la Libertadores.
Morado, negro, rojo y verde
A medida que nacían las competiciones oficiales, los equipos se vieron obligados a vestir de colores distintos cuando sucedía que se enfrentaban a rivales cuyos colores podían confundir al árbitro y a los espectadores. A menudo, también para combatir el frío, estas segundas equipaciones no eran sino jerseys de calentamiento que los futbolistas se enfundaban para distinguirse de los contrarios, o entibiarse. El morado, según algunas fuentes, está ligado desde los albores al Madrid, en forma de banda ocasional que cruzaba la camiseta “en los partidos extraordinarios”. No obstante, hasta los años 30 no aparece la banda morada en el escudo del Madrid, cuando este color empieza a formar parte de la identidad visual del equipo: llegan las primeras camisetas visitantes enteramente moradas, o curiosamente locales, pues en ocasiones la cortesía era del local para con el foráneo, con lo que los jugadores del Madrid vistieron alguna vez de púrpura en Chamartín.
Con la Copa de Europa llega, ya sí, la estandarización. El morado se establece, con distintos matices y tonalidades, como segunda equipación clásica del club, cuya esencia no puede quedar mejor definida de esta manera: blanco prístino de nobleza natural, púrpura de reyes. Esto es así hasta los 90, cuando primero Kelme y luego Adidas inician el juego cromático del diseño de las segundas y terceras equipaciones. Degradaciones del morado en una misma vestimenta, combinaciones con el negro, con el blanco, azul oscuro, etc. La era de la mercadotecnia. Pero antes, sin embargo, la tradición blanca y púrpura del Madrid se rompió en algunos partidos excepcionales.
El más famoso, sin duda, y recordado por los veteranos, fue el partido de cuartos de final de la Copa de Europa de 1973 que el Madrid disputó en Odessa contra el Dinamo de Kiev. Junto al Mar Negro, en el corazón de la Unión Soviética, el Madrid jugó de rojo: la Historia tiene estas cosas. Fue el día en que García Remón salvó al Real con una serie de paradas espectaculares que le valieron el mote de Gato de Odessa, pues el partido no pudo disputarse en Kiev a causa de la nieve. Pero el Madrid había jugado de rojo antes: en 1971, en Gales, también en cuartos de final, pero esta vez de la Recopa de Europa, frente al Cardiff City. En la siguiente eliminatoria, en Eindhoven contra el PSV, el Madrid repitió uniforme. Fue el año en que el Madrid alcanzó la final de este torneo, final que perdió en el desempate de Atenas contra el Chelsea.
El rojo fue recuperado en la temporada 2011-2012, como se recordará, por Adidas, así como el verde, cuyo precedente histórico se remonta a un curioso partido amistoso que el Madrid jugó en el Monumental de Buenos Aires contra River Plate. Fue en 1965. Adidas repitió equipación verde en la 2012-2013, en la serie iniciada en 2011 que en 2014 trajo el naranja; en 2015 el rosa, en 2016 el gris y en 2017, quién puede saberlo. A pesar de la férrea oposición de cierto madridismo anquilosado en una visión momificada de la Historia, Adidas no hace sino explotar la posibilidad infinita de innovación y divertimento que ofrece ese estupendo hallazgo comercial de finales del siglo XX llamado “tercera equipación” que ya es tradicional en el fútbol contemporáneo.
El marketing no sólo hace dinero. También hace Historia. Cabe recordar que el Madrid ha ganado una Copa de Europa vistiendo de negro. Con esta camiseta, rememorada más veces luego (en 2002, 2003, 2007, 2008 y 2015, con la adición del dragón japonés) el Real escribió también una de sus más gloriosas páginas de su Historia moderna: el 2-3 en Old Trafford, camino de la Octava.
Via lagalerna.com