La historia detrás del chándal de la suerte de Pellegrini y el Betis sale a la luz
Muchos seguidores del fútbol se han preguntado por qué Manuel Pellegrini no usa el chándal siempre o, al menos, más a menudo. La historia comienza en 2022, año marcado por suerte y superstición vinculada a un chándal específico. Durante el último año de contrato entre el Betis y Kappa, antes de cambiar a Hummel, el gol de Borja Iglesias contra el Rayo Vallecano llevó al Betis a la final de la Copa en la Cartuja.
En aquel momento, las redes sociales se inundaron de peticiones para que Pellegrini usara el chándal, atribuyéndole buenas estadísticas con él puesto. Durante la final, Pellegrini llevó el chándal, Miranda anotó y el Betis se coronó campeón. La demanda de los chándales de Kappa se disparó antes y después de la final, demostrando el impacto de este “amuleto” de la suerte.
El entrenador del Betis pidió comisión por llevar el chándal como imposición
Con la transición a Hummel, la marca estaba consciente del tirón que generaba Pellegrini con el chándal y solicitó que lo usara en todos los partidos. Aquí entra el juego el marketing y la personalidad astuta de Pellegrini. El técnico chileno propuso recibir una comisión por cada chándal vendido debido a su imagen, propuesta que Hummel rechazó.
Este desacuerdo explica por qué Pellegrini ahora solo usa el chándal cuando quiere y no como una obligación impuesta por el patrocinador. Esta decisión refleja no solo la autonomía del técnico sobre su imagen sino también las complejidades de los acuerdos de marketing en el deporte profesional.
Pellegrini y su relación con el chándal
Pellegrini, conocido por su estrategia y su carisma, maneja su imagen con inteligencia. La situación del chándal destaca cómo un simple artículo de ropa puede convertirse en un símbolo de buena suerte y cómo puede influir en las decisiones comerciales de un club y una marca.
Más allá de las supersticiones, es un claro ejemplo de cómo el fútbol moderno mezcla deporte con negocios. Aunque para algunos pueda ser solo un chisme sin importancia, esta anécdota ilustra la habilidad de Pellegrini para negociar y mantener el control sobre cómo y cuándo se utiliza su imagen, algo esencial en el mundo del fútbol actual.