Una amenaza latente que activa todas las alarmas policiales
Mientras Barça y Real Madrid afinan sus armas para la gran final de la Copa del Rey en Sevilla, otra batalla, mucho más peligrosa, se libra en las sombras. La presencia confirmada de miembros de los Boixos Nois y los Ultras Sur, grupos ultras vetados en sus respectivos clubes, ha provocado que las fuerzas de seguridad declaren el partido como de alto riesgo.
La preocupación en las calles sevillanas crece a medida que se acerca el evento. Las autoridades son conscientes de que, para estos radicales, la final no es simplemente un partido más: es una guerra personal, alimentada por décadas de odio y enfrentamientos.
Un historial de violencia que no se olvida
Los antecedentes son inquietantes. Zaragoza 1983 y Valencia 1990 ya vieron cómo el fútbol quedaba en segundo plano frente a los disturbios violentos entre estos dos grupos ultras. En aquellas finales, los enfrentamientos incluyeron lanzamiento de objetos, insultos y huidas precipitadas del estadio.
Aunque hoy su actividad en los estadios es residual —con símbolos prohibidos tanto en el Camp Nou como en el Bernabéu—, su capacidad para organizar desplazamientos privados y provocar altercados sigue latente. La policía no se fía.

Preparativos de los grupos radicales
Fuentes policiales han confirmado que tanto Boixos Nois como Ultras Sur planean llegar a Sevilla, muchos en vehículos particulares para evitar controles masivos. Los Boixos ya han dejado su rastro en desplazamientos anteriores como en Nápoles o París, y ahora su objetivo es claro: estar presentes en una final marcada en rojo en su calendario.
Del lado madridista, los Ultras Sur han sido todavía más explícitos, lanzando mensajes incendiarios en redes sociales: “Acabemos con la peste culé”, un lema que aumenta la tensión y justifica la preocupación de los cuerpos de seguridad.
Sevilla, blindada para evitar el desastre
La Policía Nacional, junto a los cuerpos de seguridad locales, ha diseñado un dispositivo especial de seguridad. Habrá refuerzos en estaciones de tren, aeropuertos, carreteras de acceso, zonas de ocio y, por supuesto, en los aledaños del estadio. Todo con un único objetivo: evitar enfrentamientos que empañen la fiesta del fútbol.
El duelo entre Barça y Madrid promete ser espectacular sobre el césped, pero fuera de él, Sevilla se prepara para lidiar con un peligro real que amenaza con manchar uno de los eventos deportivos más importantes del año.
La preocupación no es exagerada. La historia reciente y los movimientos ultras actuales obligan a extremar las precauciones. Porque, para algunos, esta final no será solo fútbol: será una batalla.