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La RFEF envía en jet privado las botas olvidadas de la selección

El porte puede ser el más caro de la historia

La Real Federación Española de Fútbol (RFEF) ha estado en el centro de atención en los últimos tiempos, pero no precisamente por sus logros en el campo. Un nuevo escándalo parece haberse instalado en sus oficinas centrales, y esta vez gira en torno a las botas que los jugadores de la selección iban a usar.

La versión oficial: Un vuelo comercial

La RFEF declaró que los baúles, que contenían las botas y guantes de los futbolistas y que por un desliz quedaron en Las Rozas, se dirigieron a su destino mediante un vuelo comercial con escala en Estambul. Pero esto, como ha quedado demostrado, dista de ser la verdad.

Desenmascarando la verdad: un jet privado

Cuatro fuentes dentro de la federación, bajo condición de anonimato, han revelado una historia diferente. De acuerdo con estas fuentes, el material olvidado viajó a Tiflis en un jet privado, el GES211B de la compañía Gestair.

La evidencia del vuelo privado es innegable. La aplicación Flightradar24 confirma que dicho avión despegó de Barajas y aterrizó en su destino en las horas indicadas. Y lo que es aún más revelador: el coste de este servicio es de entre siete y ocho mil euros por hora. Un precio bastante elevado para un “simple” olvido.

Cambio de narrativa y confusión

Al principio, la RFEF cambió de versión en más de una ocasión. Alegaron conocer la falta de botas desde la mañana, pero los jugadores solo fueron informados de este descuido en la tarde. Resulta sospechoso que se mantuviera a los futbolistas en la oscuridad sobre un tema tan crucial para su desempeño en el campo.

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Información contradictoria

La RFEF, en medio de la crisis, ofreció declaraciones contradictorias. Mientras las botas estaban supuestamente a salvo en Estambul, Limones, el encargado de los viajes de la federación, parecía estar en un estado de alarma. ¿Por qué tanta preocupación si todo estaba bajo control?

La realidad tras el velo

En contra de las afirmaciones iniciales de la RFEF, las botas jamás llegaron al aeropuerto. Permanecieron en Las Rozas. Al detectar el error, la opción más rápida y segura para enviarlas fue un vuelo chárter. Todo apunta a que la decisión de usar un vuelo privado no fue un capricho, sino una necesidad logística.

El verdadero dilema no es el olvido en sí, sino la negativa de la RFEF a admitir la realidad y el coste adicional que este error ha generado.

Reflexión final

Este incidente con las botas es un reflejo de los desafíos que enfrenta la RFEF en su gestión interna. No es solo el hecho del olvido, sino la falta de transparencia y las consecuencias económicas derivadas de tal desliz. En un mundo donde la información se mueve a la velocidad de la luz, la sinceridad y la gestión adecuada son cruciales. La RFEF haría bien en recordar esto en el futuro.

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