Un incendio en casa
Joan Laporta, presidente del FC Barcelona, enfrenta uno de los momentos más difíciles de su segunda etapa al frente del club. Desde su llegada el 17 de marzo de 2021, ha tenido que lidiar con problemas económicos, el escándalo del tema ISL, y ahora, con una fuerte división interna en su junta directiva. Esta crisis interna amenaza la estabilidad del club y pone en peligro su gobernanza.
Cartas anónimas y desconfianza
El detonante de este conflicto ha sido la aparición de cartas anónimas dirigidas a periodistas de distintos medios. Estas misivas, enviadas desde noviembre, contienen acusaciones y detalles sobre miembros de la junta directiva. Los directivos aludidos creen que estas cartas han salido de alguien dentro del mismo grupo directivo. En las cartas se menciona un “nuevo entorno” de Laporta, incluyendo nombres como Joan Soler, Ángel Ruidalbas, Antonio Escudero y Xavi Puig, con críticas a su comportamiento y capacidades.
Un grupo de directivos, indignados por las acusaciones, ha llegado a plantear su dimisión si no se investigaba a fondo el origen de estas cartas. Laporta ha intentado mediar, pero la desconfianza entre los bandos es evidente. Las cartas también critican al asesor presidencial Enric Masip y al directivo Ferran Olivé, aumentando la tensión interna.
Bandos claramente definidos
La junta directiva está claramente dividida en dos bandos. Los directivos afectados por las cartas – Soler, Ruidalbas, Olivé y Puig – han expresado su descontento a Laporta y han exigido una investigación. Por otro lado, el presidente se reunió con los directivos más cercanos a él desde 2008: Elena Fort, Rafa Yuste y Josep Ignaci Macià. Ninguno de estos últimos admitió estar detrás de las cartas anónimas, pero las tensiones siguen siendo altas.
La situación ha llegado a tal punto que Yuste, molesto por el trato recibido, se ha ausentado de actos oficiales, como la gira del Barça por Estados Unidos y la semifinal de la Eurocopa entre España y Francia.
Conflicto económico y personal
La crisis no solo es política, sino también económica. Algunos directivos, como Olivé, Soler y Ruidalbas, han aportado grandes sumas de dinero para la campaña electoral y los avales, más de 300.000 euros cada uno. En contraste, Fort, Yuste y Macià han contribuido mucho menos. Este agravio comparativo ha exacerbado las tensiones, especialmente ahora que Laporta necesita apoyo financiero para inscribir jugadores.
La confianza y el respeto entre los miembros de la junta se han erosionado, y la situación es difícil de revertir. Laporta enfrenta un reto monumental para recomponer una junta directiva fracturada. La división interna del FC Barcelona amenaza con desestabilizar al club en un momento crucial, poniendo en riesgo la cohesión y el éxito futuro del equipo.
