Tensión en el Betis-Barça: el extremo brasileño pierde los papeles
El empate del FC Barcelona ante el Real Betis (1-1) dejó algo más que dos puntos por el camino. El ambiente se caldeó al final del partido, y Raphinha fue el protagonista involuntario de un episodio que pudo costar caro.
Todo comenzó con la decisión del árbitro Gil Manzano de no permitir el último saque de esquina a favor del Barça. La acción, al borde del final, generó una oleada de protestas. El brasileño explotó en cólera al ver frustrada la posibilidad de un último intento por la victoria.
La reacción del extremo fue inmediata. Lanzó gritos, gesticuló de forma airada y se acercó peligrosamente al árbitro asistente. Primero intentó calmarle Robert Lewandowski, sin éxito. Fue Hansi Flick quien se interpuso entre su jugador y el colegiado para evitar males mayores. El técnico no dudó en bloquear su camino y llevarse la atención del brasileño.
Ter Stegen y Flick evitan una posible sanción con su reacción inmediata
Marc-André ter Stegen, en su rol de capitán, también actuó con rapidez. El meta trató de contener a Raphinha colocándole la mano en el pecho, pero el extremo le quitó de encima con un gesto de frustración. No hubo agresividad entre compañeros, pero la escena fue lo suficientemente tensa como para preocupar al cuerpo técnico.
Finalmente, ambos lograron conducir a Raphinha hacia el vestuario antes de que la situación pasara a mayores. El árbitro no reflejó nada en el acta, por lo que el club se libraría de consecuencias disciplinarias.
Flick, con cierta sorna, quitó hierro al asunto en rueda de prensa: “No estaba enfadado con el árbitro, sino conmigo. Me gritaba a mí”. Una forma elegante de proteger a su futbolista.
El episodio demuestra la tensión que vive el vestuario blaugrana. La frustración está latente, pero la unidad del grupo evitó que la escena acabara en escándalo. Raphinha, desbordado por la impotencia, encontró en sus líderes el apoyo necesario para reconducir la situación.
