Parecía inamovible la figura de Messi como falso delantero centro. Desde que Guardiola le descubrió como el nueve moderno, ningún entrenador tuvo la valentía de desplazar a Messi de la posición de nueve. Tímidamente el Tata Martino desplazo a Messi a la posición de extremo, en algún encuentro sin obtener el resultado esperado. Parecía que su naturaleza había mutado y su futuro estaba ligado a la posición de nueve. Ni la llegada de Suárez logro desplazar al inició del curso a Messi del centro del ataque.
Neutralizado por los rivales y lejos de su mejor versión Luis Enrique devolvió al argentino a la banda. Resulto el cambió acertado. Y como si el volver a esa posición le hubiese rejuvenecido, Messi vuelve a imponer su ley. Lo alejo Guardiola de la banda para acercarlo a los centrocampistas y explotar el juego del equipo a partir del talento de Messi, Xavi e Iniesta. Desde que Messi cogió las riendas del equipo, su figura se convirtió en el centro de operaciones del equipo. Abunda el suministro de balones a Messi en cada encuentro. Conocedores sus compañeros de que el 10 a alcanzado la madurez táctica. Se ausenta de los encuentros en los primeros minutos para leer el partido, analiza donde están los espacios. Se desplaza con holgura por el campo. Parte desde la banda con libertad para asistir, esprintar, regatear o anotar. Juega de todo Messi. Parte como 7 de la banda para a su llegada a la área transformar su persona en un 10 asistente o en un 9 goleador. Vive Messi su mejor momento de la temporada. Interpreta Messi en cada partido el papel de Xavi, Neymar y Suárez e incluso el de Busquets en la presión y robo de balón.