La vuelta que lo define: una jugada con sello propio
Cuando Oihan Sancet recibe de espaldas, lo que parece una situación desfavorable para muchos, él lo convierte en una oportunidad. Su giro no es solo una acción técnica: es una declaración de intenciones, una jugada marca de la casa que desarma rivales y activa al Athletic Club en ataque.
Recepción orientada: cuando el primer toque ya es un regate
Sancet no necesita controlar y luego decidir: recibe con intención. Su cuerpo ya está perfilado y su primer toque, normalmente con el interior, le permite girarse y escapar de la presión. El defensor cree que llega a tiempo, pero Sancet ya ha visualizado el siguiente movimiento. Es anticipación mental y ejecución técnica.

Uso del cuerpo: inteligencia física sin necesidad de potencia
No es un portento físico, pero gana duelos con el cuerpo. Sabe usar la espalda, el tren inferior y la postura para proteger el balón. Cuando el defensor se le pega, él aguanta, espera… y en el momento justo, suelta el giro. Media vuelta y adiós.
Aceleración tras el giro: romper líneas como forma de vida
La jugada no acaba en el giro. En cuanto se da la vuelta, cambia el ritmo, se impulsa y abre el campo. Esa aceleración en corto es letal: transforma un giro en transición ofensiva. El Athletic pasa de estar encerrado a pisar campo rival en cuestión de segundos.
Engaño natural: como un torero con la muleta
Sancet juega con el rival. Amaga con devolverla, con salir hacia un lado, y se va por el otro. Tiene pausa, lectura, y ese talento para controlar el espacio reducido con la tranquilidad del que domina el escenario. Es calle, instinto, y cabeza.
Esa jugada tan suya es parte de lo que hace especial a Sancet. Tiene algo distinto. Un GPS interno para saber cuándo girar, cómo proteger, y hacia dónde explotar. Cada vuelta suya no es solo un regate, es una chispa que enciende al equipo.