Desde su llegada a Vitoria, Eduardo Coudet no ha tardado en imponer su sello en el Deportivo Alavés, apostando por una gestión valiente que prioriza la competitividad interna sobre la continuidad de nombres consolidados
La llegada de Eduardo Coudet al Deportivo Alavés no ha sido un simple relevo en el banquillo, sino el punto de partida de un cambio profundo en la gestión del equipo. El técnico argentino ha decidido romper con el legado de Luis García, apostando por una rotación amplia que ya ha dado minutos a 28 jugadores distintos. Esta política de puertas abiertas le permite mantener a todos activos, pero también provoca que algunos pesos pesados pierdan terreno.
Uno de los casos más llamativos es el de Adrián Rodríguez, que debutó en Primera ante la baja de Sivera y los problemas físicos de Owono. Su aparición refleja la confianza de Coudet en todos sus efectivos, aunque la recuperación del internacional ecuatoguineano devolverá la competencia directa en la portería. El mensaje es claro, aquí nadie tiene el puesto asegurado.

Los intocables de Coudet y los damnificados del cambio
Pese al uso extendido de la plantilla, Coudet ha consolidado un núcleo duro que responde a su idea de juego. La defensa con Tenaglia, Abqar, Mouriño y Manu Sánchez se ha convertido en la base del sistema, con Blanco y Jordán firmes en la sala de máquinas. En la parte ofensiva, nombres como Carlos Vicente, Carlos Martín, Aleñá y Kike García han asumido el protagonismo, replicando la intensidad que el entrenador exige en cada partido.
Además, este nuevo esquema ha dejado fuera a jugadores que fueron claves en etapas anteriores. Sedlar, por ejemplo, ha pasado de fijo a suplente habitual. Lo mismo ocurre con Guridi y Guevara, aunque ambos rindieron a buen nivel en el último compromiso frente a Las Palmas. Sus actuaciones demuestran que aún pueden ser útiles si Coudet decide recuperar piezas para refrescar el once sin perder competitividad.
Ataque en movimiento y una plantilla con tensión contenida
Ahora, la zona ofensiva también vive constantes ajustes. La lesión de Kike García permitió a Toni Martínez reencontrarse con el gol, mientras que Villalibre aprovechó su oportunidad con una asistencia clave. En el extremo derecho, el técnico sorprendió dejando a Carlos Vicente en el banquillo para dar paso al joven Pau Cabanes, aunque el aragonés recuperó su sitio al partido siguiente sin lograr aún su mejor versión.
Con la permanencia como objetivo, Coudet busca mantener la chispa colectiva. Pero en un vestuario tan amplio, el descontento empieza a aflorar. Jugadores como Pica o el propio Sedlar muestran signos de frustración ante su falta de minutos. Si el técnico no calibra bien la rotación en este tramo final, las tensiones internas podrían afectar el rendimiento del equipo.