El Masters 1000 de Montecarlo fue testigo de un momento icónico: Carlos Alcaraz y Novak Djokovic compartieron pista en un entrenamiento que ya es historia del tenis
Con una sonrisa amplia y golpes precisos, Carlos Alcaraz ha vuelto a sentir el polvo de ladrillo bajo sus pies en el prestigioso Masters 1000 de Montecarlo. El murciano, lejos de la presión mediática, vivió un entrenamiento especial junto a Novak Djokovic, en una de esas sesiones que valen más que mil palabras. La ausencia de Juan Carlos Ferrero no ha mermado su motivación, esta vez lo acompaña Samu López, su mano derecha en varios momentos clave de la temporada.
Después de dos años sin competir en el Principado, Alcaraz no solo busca su primera victoria en Montecarlo, sino un punto de partida que reactive su camino hacia la cima. Su único antecedente en el torneo, una derrota en 2022 frente a Sebastian Korda, ya quedó atrás. Ahora llega sin puntos que defender y con la mira fija en recortar distancia frente al líder del ranking ATP, Jannik Sinner, que le aventaja por más de 3.600 unidades.

Una mentalidad a prueba de críticas alimenta su ambición
El tenista de El Palmar dejó claro en el media day que no se deja arrastrar por los juicios superficiales. “Estoy en una buena dinámica, aunque no siempre se refleje con trofeos. A veces se olvida que enfrente también hay grandes jugadores”, declaró con firmeza. Su análisis no solo evidencia autoconfianza, sino una lectura inteligente del momento actual del circuito, especialmente en tierra batida.
Alcaraz sabe que la gira europea puede marcar un antes y un después en su temporada. “Hay muchos jugadores en forma y los cuadros están muy abiertos. La clave es llegar con buena energía y ritmo competitivo”, añadió. Su estreno será ante el vencedor del duelo entre Francisco Cerúndolo y Fabio Fognini, un cruce que medirá su temple desde el primer instante.
Djokovic, Samu y Montecarlo: el escenario está listo para un nuevo golpe
La escena compartida con Djokovic reflejó algo más que respeto, dejó ver complicidad, admiración mutua y una sutil preparación de lo que podría ser una gran final. Al ir por lados opuestos del cuadro, el duelo entre ambos solo podría darse en el último domingo, pero Montecarlo ya ha sido testigo del primer cara a cara simbólico de esta gira.
Con el respaldo de Samu López, quien ya lo acompañó en el título de Róterdam, y sin la presión de defender puntos, Alcaraz tiene ante sí un lienzo en blanco. En un torneo que se le resiste, quiere por fin dejar su huella. El hambre está intacta y el contexto lo acompaña. Solo queda que la raqueta hable.