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Carlos Alcaraz no puede con la presión

El joven prodigio del tenis español atraviesa un momento clave en su carrera, donde el talento ya no basta y la carga emocional empieza a pasar factura

Consciente de que las expectativas pesan más que la raqueta, Carlos Alcaraz ha decidido cambiar su mentalidad de cara al Masters 1000 de Montecarlo. A sus 21 años, el murciano se planta en el torneo sin haber ganado aún un solo partido en el Principado, pero con una idea muy distinta en la cabeza, dejar de perseguir el ranking y empezar a reconectar con su esencia. “Estoy aquí para jugar sin pensar en lo que dicen fuera”, declaró antes de su debut de este miércoles ante Francisco Cerúndolo.

El camino reciente no ha sido fácil. Tras caer en cuartos de Indian Wells y sufrir una temprana eliminación en Miami, Alcaraz se tomó un respiro familiar en Riviera Maya que le permitió recuperar energía y perspectiva. Este parón le sirvió para alejarse de la presión que genera la constante comparación con Jannik Sinner y centrarse en lo que realmente importa, su juego. “Cuando olvidas por qué amas este deporte, todo se vuelve cuesta arriba”, confesó con una sinceridad que refleja su madurez creciente.

Carlos Alcaraz
Carlos Alcaraz admite que la presión lo supera y afronta Montecarlo

Francisco Cerúndolo: rival incómodo para un estreno exigente

El debut de Alcaraz en Montecarlo no será un paseo. Enfrente tendrá a un Francisco Cerúndolo que ha demostrado ser un especialista en batallas difíciles. Con un balance de 14-14 frente a jugadores del top-10 y victorias ante tenistas del top-3, el argentino es el típico oponente que pone a prueba tanto la técnica como el temple. Aun así, el historial juega a favor del español, que se impuso en los dos enfrentamientos previos, aunque nunca se han visto las caras en tierra batida.

Este detalle añade un matiz extra al partido, ya que será el primer test serio para ver si el nuevo enfoque de Alcaraz da frutos sobre una superficie que exige fondo físico, paciencia y cabeza fría. Además, con el recuerdo aún fresco de su victoria en Róterdam, su único título del año, Montecarlo representa la oportunidad perfecta para medir su evolución real. Ya sin la mochila del número uno, ni la sombra de Sinner, el murciano quiere demostrar que puede competir desde otro lugar: el de quien disfruta sin necesidad de demostrar nada.

El foco ya no está en el ranking: sino en recuperar la libertad dentro de la pista

La presión mediática por aprovechar las ausencias de rivales como Jannik Sinner ha sido un arma de doble filo para Alcaraz en lo que va de temporada. El propio jugador ha reconocido que los comentarios que lo señalaban como “obligado a ganar” lo afectaron mentalmente. “La gente piensa que si Sinner no está, yo tengo que barrer con todo. Pero eso no es justo, ni realista”, admitió. Ahora, sin esa losa sobre los hombros, se siente preparado para competir con otro espíritu.

Montecarlo puede marcar el inicio de una nueva etapa. Una donde el objetivo no es solo ganar, sino reencontrarse con el disfrute que lo llevó a lo más alto. El tenis de Carlos Alcaraz siempre ha brillado por su energía, creatividad y carácter. Si logra alinear ese talento con una mente libre de presiones externas, no solo volverá a ser competitivo, sino que recuperará el magnetismo que lo convirtió en uno de los referentes del circuito. Y esa, más que cualquier ranking, es la verdadera victoria.

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