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Miribilla vuelve a ser una caldera

En una temporada marcada por las desigualdades económicas y los focos sobre los grandes clubes, el Surne Bilbao Basket ha recuperado la chispa que lo convirtió en uno de los clubes más queridos del baloncesto nacional

Mientras otros presumen de presupuesto, el Surne Bilbao Basket se ha convertido en el ejemplo perfecto de que el deporte no necesita fuegos artificiales para conmover. Lo que se vive en Miribilla cada jornada trasciende lo puramente deportivo. Es un ambiente que huele a verdad, a fidelidad incondicional, a una afición que no falla aunque la fama esté en otro lado. El baloncesto en Bilbao no es solo un espectáculo, es una manera de estar en el mundo.

El reciente choque frente al Gran Canaria de la jornada 28 de la Liga Endesa, fue una de esas noches que se quedan grabadas. Con un presupuesto cuatro veces inferior al de su rival, el equipo local luchó cada balón con una intensidad que hizo vibrar a las gradas. La diferencia no estaba en el dinero, sino en el compromiso colectivo. Una ciudad entera se vio reflejada en cada defensa, en cada rebote, en cada gesto de esfuerzo sincero.

Bilbao Basket
En Miribilla, cada partido se ha convertido en una celebración del baloncesto auténtico

Economía de guerra, corazón de gigante: el milagro de Bilbao

Lo que hace especial al proyecto bilbaíno es su capacidad de resistir sin traicionarse. Mientras otros caen en la tentación del gasto fácil, el Bilbao Basket ha demostrado que se puede crecer desde la austeridad, sin dejar de ser competitivo. Las deudas comienzan a equilibrarse y por fin se empieza a hablar de números verdes. Pero lo más valioso no está en las cuentas, sino en la coherencia de quienes han sostenido este club cuando más difícil era.

Directivos que no se esconden tras un despacho, aficionados que llenan Miribilla como si cada partido fuera una final y jugadores que dejan el alma sin importar el rival. Esa es la base de un club que ha sabido convertir la adversidad en fortaleza. Porque aquí no hay estrellas de relumbrón ni promesas de éxito rápido. Solo hay baloncesto de verdad y un entorno que ha aprendido a valorar lo esencial.

Miribilla, cada 15 días, vibra como si no hubiera mañana

El fenómeno que se vive en el pabellón bilbaíno no responde a campañas ni a fichajes mediáticos. Se trata de un fuego lento, de un vínculo real entre la grada y la pista. En Miribilla, los niños crecen sabiendo lo que significa defender con el corazón, y los veteranos se emocionan viendo cómo el espíritu de La Casilla ha encontrado un nuevo hogar. La conexión es tan profunda que cada jornada se siente como un reencuentro familiar.

No es casualidad que este equipo emocione incluso a quienes no han sido nunca amantes del baloncesto. Porque el Surne Bilbao Basket no solo compite, sino que representa algo mayor, una comunidad unida, resistente y orgullosa. Y mientras otros buscan titulares, aquí se construye una historia que no necesita grandes gestos para ser inolvidable. El baloncesto en Bilbao está más vivo que nunca. Y lo mejor, es que no parece tener techo.

Pablo Laso