Un futuro eléctrico que necesita estructura
Europa tiene clara su apuesta: el futuro de la automoción pasa por el coche eléctrico. Pero para que esta transición sea realista y masiva, no basta con incentivar la compra de estos vehículos. Es necesario construir un ecosistema accesible, eficiente y amplio de recarga. La clave está en que cualquier conductor pueda confiar en que encontrará un punto de carga disponible, económico y cercano. Sin esta infraestructura, el coche eléctrico será una opción lejana para gran parte de la población.
Farolas como puntos de recarga: una solución inteligente
Varios países europeos han dado con una alternativa ingeniosa: convertir las farolas urbanas en estaciones de carga. Se trata de una solución económica y práctica que permite aprovechar una red ya instalada, sin necesidad de obras costosas ni invasivas. En el Reino Unido, por ejemplo, esta idea ya se ha materializado en proyectos de gran escala como el de la ciudad de Brighton, donde se instalarán 6.000 puntos de carga con una inversión público-privada de 130 millones de libras.
La empresa Char.gy lidera esta transformación. Su CEO, John Lewis, considera que este tipo de iniciativas son “un hito para la movilidad eléctrica” y pueden generar confianza en los usuarios que aún dudan del salto al coche eléctrico. En Reino Unido, más del 30% de los conductores no puede instalar un punto de carga en casa, y este sistema responde directamente a sus necesidades.

Una alternativa prohibida en España
Sin embargo, en España esta solución está prohibida. Pese a que ciudades como Valencia intentaron adaptar sus farolas como puntos de carga, la normativa vigente impide legalmente la reventa de electricidad pública, como la que se emplea en el alumbrado. La ley, concebida para evitar fraudes o usos no controlados, choca ahora con una oportunidad de transformación urbana que muchos países están aprovechando.
Una legislación desactualizada
La prohibición se basa en regulaciones que no contemplan las nuevas necesidades tecnológicas ni el contexto de transición energética. Mientras Portugal o Países Bajos ya ensayan con proyectos piloto, en España estas iniciativas chocan con una legislación que convendría revisar. Adaptar la ley para permitir el uso de farolas como puntos de recarga sería un paso decisivo hacia una movilidad más sostenible y equitativa.