La devaluación del yuan y la expansión comercial global marcan el nuevo tablero del siglo XXI
China ha decidido mover ficha. En una jugada que redefine el pulso económico global, Xi Jinping ha optado por devaluar el yuan con un objetivo claro: ganar mercados. Mientras Estados Unidos responde con proteccionismo, China apuesta por integración y volumen. Y los datos son contundentes: en 2024, el gigante asiático exportó 3,55 billones de dólares, superando a los 3,19 billones de su principal competidor.
¿La diferencia real? La estrategia. Estados Unidos juega al póker con su deuda, intentando retrasar consecuencias fiscales. China, en cambio, juega al ajedrez, moviendo con precisión sobre comercio exterior, consumo interno y diplomacia económica.

Un nuevo mapa de comercio donde China ya no gira en torno a EE.UU.
Los números rompen los esquemas tradicionales. Solo el 14,1% de las exportaciones chinas van a Estados Unidos. El resto —un aplastante 85,9%— se reparte entre Asia, Europa, África, Oceanía y América Latina. El gigante asiático vende más a Indonesia, México o Arabia Saudita de lo que muchos imaginan. Y lo hace con una moneda débil, baja presión arancelaria y una clase media cada vez más fuerte.
Estados Unidos, por su parte, devalúa el dólar, sube aranceles a China y baja a socios clave como México o Vietnam, intentando atraer fábricas y empleo. Apuesta por subsidios millonarios, sobre todo en sectores como los semiconductores. ¿Resultado? Una economía dependiente del consumo interno, atrapada en su propia inflación.
China, mientras tanto, teje alianzas, estimula el consumo doméstico y abre puertas donde otros levantan muros. Cada yuan devaluado es una ventaja frente al dólar. Y cada mercado abierto, una casilla más conquistada en el tablero económico global.